miércoles, 30 de enero de 2013

Sentimientos





  Esta semana he comenzado las prácticas en el Nivel II, concretamente en  la denominada  área de sillones. Esta sección acoge a los pacientes que son  remitidos del Box 0 para realizar pruebas diagnósticas y, sobre todo, para la administración de tratamiento, en la mayoría de los casos intravenoso. El tiempo de estancia de los pacientes no suele ser superior a 24 horas, pasando a continuación a ser dados de alta o ingresados en observación o planta, respectivamente. Si algo caracteriza a esta área es  la continúa aplicación de  técnicas de enfermería:   analíticas, gases arteriales, electros, administración de medicación intravenosa, etc.

  Según van pasando las semanas me siento cada vez más cómoda y segura en urgencias. Bien es cierto que el tiempo que pasas en cada nivel es relativamente corto e intento aprovechar lo máximo posible, aunque me hubiera gustado estar por ejemplo una semana más en triaje y una tercera en el nivel I, que para mí, son los dos lugares más interesantes que tiene la urgencia.

  El día transcurría tranquilamente hasta que a media mañana se presentó una emergencia: Un paciente del Nivel I que ingresó por un traumatismo craneoencefálico (TCE) comenzó con una acidosis respiratoria, es decir, un trastorno que se produce cuando los pulmones no pueden eliminar todo el dióxido de carbono que el cuerpo produce acumulándose éste en la sangre.  Como la situación del paciente era crítica se le realizó una intubación orotraqueal.

  Esta técnica consiste en introducir al paciente un tubo en la tráquea a través de la boca, con el fin de ventilar y oxigenar  Es una técnica que habitualmente realiza el profesional médico pero la función de la enfermera es indispensable tanto en la preparación del paciente y del material como en la ejecución de la misma y como no, en los cuidados posteriores del paciente. Para realizarla es necesario aplicar una serie de fármacos: sedantes, analgesicos y bloqueantes neuromusculares que eviten los movimientos del paciente. Como en una situación de urgencia se busca el efecto inmediato, es necesario canalizar una vía venosa periférica, y preferiblemente dos, ya que de este modo se puede disponer de una vía para la medicación que requiere la intubación y de otra para corregir los posibles efectos secundarios no deseables (hipotensión, bradicardia etc.) administración de antídotos etc. Posteriormente, y en función de la situación clínica del paciente, se decidirá sobre la necesidad de canalizar vías venosas centrales o vías arteriales para la extracción de muestras o monitorización de presión arterial.

  A pesar de no poder verlo desde primera fila, debido al jaleo y estrés que había, me impresionó mucho: nunca había visto ninguna situación parecida. En el centro de salud mi enfermera me había explicado y enseñado como realizar la técnica pero, como siempre, las cosas hay que primero aprenderlas pero nada es igual a vivirlas y sentirlas.

  La intubación es bastante aparatosa para el paciente que la sufre y sobre todo si se encuentra suficientemente consciente como para darse cuenta de la gravedad de su estado. Es  necesario un toque de humanidad y calor en esa situación de movimientos rápidos, de órdenes médicas y en el momento en que unas manos y una mascarilla "cierran" la vía aérea e impiden que  puedas decir nada más. Y cuando  las drogas hacen su efecto y lo sumergen en un profundo sueño, estoy segura que por su mente pasan sus seres queridos y que desearía sentir en ese momento el calor de unas manos amigas que tomasen las suyas. No hay como empatizar un poco y pensar que el que está tendido en la cama con tanta gente extraña pudiera ser uno mismo, para comprender  a la perfección que un gesto de cariño y comprensión son más necesarios que nunca.

  Es muy beneficioso acostumbrarse a dar voz a los sentimientos y no guardarlos para adentro porque luego no somos quien a expresarlos. Y estos diarios, al menos, ayudan a poder sacar fuera de nosotros esas emociones que mantenemos dormidas en  nuestro interior por miedo a que nos hagan más vulnerables.

Bibliografía empleada:

Quintero Cifuentes I. F, Salamanca N, Cabrera R. Intubación orotraqueal en urgencias. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad del Cauca. 2007. Consultado el: 30/1/2013. Disponible en: http://www.facultadsalud.unicauca.edu.co/fcs/2007/septiembre/OK-INTUBACION%20OROTRAQUEAL%20EN%20URGENCIAS.pdf




jueves, 24 de enero de 2013

Triaje







 Esta semana estoy haciendo las prácticas en el Servicio de Triaje y si tuviese que emplear una palabra para definirlo sería “apasionante”.

  Los ciudadanos han incorporado a sus conductas sanitarias la asistencia urgente y esto ha provocado un incremento del número de pacientes atendidos diariamente en los servicios de urgencia, llegando en muchas ocasiones a la saturación. La necesidad de crear un servicio de calidad y registrar la misma llevó a implantar  en el año 2004 el SET  (sistema español de triaje) a partir del modelo Andorramo, basado en informatizar la asistencia realizada. Y en más de 50 hospitales españoles se emplea ya otro sistema el  Manchester Triage System (MTS).

  La aplicación del triaje procede del mundo anglosajón que desarrolla a partir de los años sesenta diversos  planteamientos basados en escalas de 3 ó 4 niveles de categorización que han sido sustituidas actualmente por 5 escalas de priorización que pueden ser aplicadas en modelos del denominado triaje estructurado.

  El objetivo no es diagnosticar sino organizar la asistencia con el fin de priorizar la atención por orden de gravedad y no por orden de llegada y asignar un área física al paciente de acuerdo con la clasificación.

  En el  hospital Severo Ochoa, la sala de triaje se ubica a la entrada del servicio de Urgencias, muy próximo al Servicio de Admisión. Consta de una salita de espera anexa a la sala de clasificación y es gestionado por personal de enfermería (una enfermera en turnos de  mañana/tarde/noche.
Cuando llega un paciente a Urgencias, primeramente le hacemos una valoración rápida y concreta; esta valoración consiste en  una entrevista donde se intenta evaluar y registrar si es posible los datos objetivos y subjetivos relacionados con la afección principal para determinar la gravedad del caso y el tipo de urgencia que requiere; una vez  realizado esto, se le asigna al área específica de atención y tratamiento. Aquí la formación y experiencia de la enfermera es muy importante porque una correcta clasificación evita el perjuicio de tiempos de espera prolongados para las urgencias reales en beneficio de patologías banales.

  Me llama mucho la atención el hecho de que mucha gente piense que para estar en esta unidad sólo es necesario tener “buen ojo clínico”,  refiriéndose con este término a poseer un buen criterio, a que se le dé bien…  Yo pienso que para desarrollar un “buen ojo clínico” es necesario tiempo, mucho tiempo y, sobre todo, una sólida formación que en el caso del triaje pasaría por poseer un gran conocimiento de las diferentes y variadas patologías así como grandes dotes de observación, comunicación y organización que  podrán ayudar a detectar más rápidamente los problemas más graves de salud y derivarlos a la Unidad adecuada.

  Durante el primer día que estuve allí fue una completa locura, el estrés que sentí fue increíble debido a la enorme cantidad de pacientes que había en espera; mi enfermera y yo nos íbamos distribuyendo el trabajo: una se encargaba de  las técnicas y otra valoraba a los pacientes e íbamos rotando cada cierto tiempo.

  He aprendido mucho: A saber preguntar en cada situación según los síntomas principales que te refiere el paciente, a poder valorar esos pequeños datos que al paciente le parecen irrelevantes  y ni si quiera se percata de ellos  pero que te llevan en un tiempo record  a una conclusión rápida acerca de lo que le sucede.

  Volviendo al tema de la gran demanda asistencial, cuando ocurre una sobresaturación del sistema,  que deriva en grandes esperas para la atención del usuario, se crea una insatisfacción tanto por parte de los pacientes como de los familiares. Concretamente, el miércoles día 23, ocurrió un pequeño enfrentamiento con un familiar que acudió al servicio con un paciente de avanzada edad que presentaba una inflamación y escozor  de ojos. Le derivamos a la consulta de oftalmología, llamando por megafonía al celador para que lo acompañase. Sin embargo, debido a la gran afluencia de pacientes en ese momento ninguno estaba disponible, por lo que tuvieron que esperar un rato en la sala. A los 30 minutos vino su mujer muy enfadada, gritándonos qué porqué no habíamos llevado a su marido aún a la consulta, intentamos explicarle que en ese momento no había ningún celador disponible, y que, tras haber valorado a su marido, su situación no era una urgencia vital, por lo que la espera estaba justificada. Creo que actuamos bien,  pues establecimos una buena comunicación que evitó tensiones y que relajó al paciente y su familia hasta el momento en que recibieron la asistencia médica, Es importante explicarle al paciente que se le atenderá lo más rápido que se pueda, pero que debe comprender que puede haber otros pacientes que precisan de una atención más urgente y prioritaria.

Según un estudio, realizado por el hospital departamental centenario de Sevilla el 59% de los usuarios entrevistados manifestaron que el tiempo de espera en el servicio de urgencias les pareció prolongado, mientras que, el % de paciente que lo calificaron como corta fue tan solo del 33%. Y un 8% manifestó que dependía de la cantidad de usuarios que estuvieran pendientes de recibir atención en el servicio de urgencias.


Me gustaría decir que la mayoría de las urgencias que recibimos no son en sí “una verdadera urgencia”, la población acude a este servicio por cosas tan triviales como fiebre y malestar general, un corte superficial o un leve dolor abdominal de varias semanas de duración, cuando este tipo de patologías que no comprometen la vida del paciente podrían ser atendidas correctamente en atención primaria, por el médico de familia.

  La solución que puede tener este problema puede ser lograr una mejora de la asistencia prehospitalaria y una educación del paciente para que use los servicios sanitarios de forma responsable e inteligente. La mayor barrera que existe para resolver la saturación de este servicio es pensar que “no se puede hacer nada”

Bibliografía:

Castaño Castro L, Percepción del proceso de triage en los usuarios del servicio de urgencias del hospital departamental centenario de Sevilla. [Online]. Sevilla. 2011. Consultado el 13/1/2013. Disponible en:
http://repositorio.ucm.edu.co:8080/jspui/bitstream/10839/296/1/Lorena%20Casta%C3%B1o%20Castro.pdf




martes, 22 de enero de 2013

La muerte










"No me quites mi duelo…Es la manera en que la
                                                                                     Naturaleza sana un corazón roto”
                                                                                                                                            Doug Manning

  Hoy me gustaría hablar sobre mi último día en el nivel I; fue un día duro porque falleció uno de nuestros pacientes y, aunque la muerte suele estar presente en nuestro trabajo  en innumerables ocasiones, nunca deja a uno indiferente. 

  Se trata de una paciente de 88 años que ingresa por infección respiratoria, a lo largo de la mañana su situación va empeorando llegando  a una saturación por debajo del 60%, con  frecuencia cardiaca que pasó de 140 a 90 y la TA  70/50. Se comunica a la familia el estado crítico de la paciente y se les autoriza para que permanezcan junto a su ser querido en estos últimos momentos de vida. La familia formada por un hermano- también mayor-  que se muestra muy afectado y declina quedarse,  supongo que por  los miedos y temores que ocasiona vivir la cercanía de la muerte; nos dice que hagamos todo lo que esté en nuestras manos  y se marcha  quedando junto a ella : su cuidadora personal (de origen rumano) ,otra enfermera y yo. Al cabo de pocos minutos se produce el fallecimiento. La cuidadora nos manifiesta si hemos  observado cómo en sus últimos momentos había abierto la boca y el alma había abandonado el cuerpo. Qué puedo decir.... ¡quedamos sorprendidas!

  El fallecimiento de mi paciente hace que  hoy aborde en este diario un tema muy difícil y complejo: el de la muerte y  los temores, creencias,  reacciones y sentimientos que genera a la gente en general y a nosotros como profesionales sanitarios, en particular, que convivimos a diario con ella.

  La muerte junto con el nacimiento son los dos acontecimientos de la vida que más impacto emocional generan, tanto en la propia persona como en su familia y en las personas que los atendemos. Pero es la muerte la que tiene unas connotaciones y sentimientos negativos porque se vive "como algo extraño, imprevisto, que trunca la vida y  por ello tiende a silenciarse, a negarse; no está incorporada a nuestra vida, sino que es un accidente. Esta  negación también está presente en el ámbito sanitario donde se vive con frustración y fracaso cada vez que perdemos a un paciente.  Desgraciadamente no se nos enseña ni a vivir ni a reflexionar sobre la muerte. Hablamos siempre de ella lo menos posible y desde una perspectiva muy lejana a nosotros, tan lejana que siempre pensamos que “eso” no nos tocará, la rechazamos como se al negarla no formara parte de nuestras vivencias cotidianas y esto nos acaba haciendo mucho daño.

  Nos dicen que tenemos que asumir la muerte como un fenómeno natural e inevitable  puesto que si no lo hacemos así, no tendremos los instrumentos necesarios para ayudar en el proceso de duelo saludable a pacientes y familiares y mucho menos para ayudarnos a nosotros mismos en ese proceso, pero en realidad ¿estamos nosotros, como seres humanos, preparados para hacer frente a las situaciones de duelo? ¿Qué preparación hemos recibido para ayudar al otro a superarlos? ¿Quién nos ayuda a nosotros a superar nuestros propios temores?  Porque las enfermeros/as formamos parte de la sociedad y participamos de las formas de vida, valores y de los tabúes que hay en ella y tener que enfrentar el dolor emocional de un paciente y el sufrimiento que su próxima muerte provoca en la familia nos expone a vivir nuestros propios temores, nuestra vulnerabilidad y limitaciones, a veces no los queremos reconocer y tratamos de protegernos ocultando cualquier manifestación de compasión, de sensibilidad o de tristeza. Pero como bien sabemos, no existe ninguna vacuna contra la inseguridad y los miedos; habrá ocasiones en las que uno se enfrentará valientemente a ellos y otras en las que desearía escaparse y no estar allí en ese momento.

  Cada uno vive la muerte de una forma distinta, para mí el acompañar a la persona en sus últimos momentos es una experiencia conmovedora; ayudarle a que se vaya en las mejores condiciones posibles, estar a su lado y vivir todo el proceso…es sencillamente algo hermoso. Sin embargo, también se crea en mi interior un sentimiento de controversia, pues no dejo de albergar un sentimiento de impotencia, concretamente en este caso, viendo como sufría en sus últimos momentos y lo sola que estaba, pensé que esos últimos instantes deberían de ser sólo para vivirlos íntimamente el paciente y la familia, para que le cojan  la mano y le transmitan su amor y su cariño a través del tacto y las palabras. Así es como creo que alguien debería morir, siempre rodeado de los suyos.

  El acompañar al paciente y a la familia en estos últimos momentos es para mí una de las experiencias más gratificantes que he vivido y que no cambiaría por nada. Ayuda y reconforta mucho en esta profesión sentir el agradecimiento que te expresan tanto familiares y pacientes tan solo con una mirada o con un gesto… Y eso es suficiente para sentir que esa opción de vida, que un día elegí, me llena y satisface plenamente.

 En lo que respecta a los cuidados al final de la vida tiene una gran importancia la comunicación que se establece con el paciente y su familia ya que de ella depende muchos de los cuidados que tenemos que proporcionar: confianza tranquilidad, información. Pero a veces sucede que cuanto más se acerca la muerte, no sabemos qué decir, como actuar, nos sentimos inseguros porque los grandes interrogantes del paciente en relación con la muerte también son los nuestros. Pero el paciente, lo que en realidad necesita es nuestra presencia, nuestra actitud de escucha y, a veces, nuestro silencio, porque también a través del silencio se comunica. Los gestos, las miradas o las sonrisas comunican, a menudo,  mucho más que las palabras… sobre todo cuando de hablar de emociones se trata. Sólo es necesario aprender a “oírlas”.

 Quiero también hacer una pequeña mención a las creencias personales, pues aunque uno puede no compartirlas, las respeta, porque sabe que ejercen en las personas que las tienen una influencia muy positiva como apoyo y esperanza en la aceptación de la enfermedad y muerte y en la elaboración del duelo.

  El papel de la enfermera ante la muerte se relaciona con el alivio del sufrimiento, pero… ¿qué tipo de sufrimiento? Nos acercamos sólo al sufrimiento físico y los sentimientos y  las emociones… las apartamos. Nuestra labor es también  paliar la angustia espiritual y el dolor psicológico además de atender las necesidades de tipo fisiológico.  Ya sabemos que trabajar en un contexto de pérdida como es el proceso de morir, implica convivir con emociones que nos dejan huella y que se necesita mucha entereza y que incluso así, hay cosas que  golpean, afectan y conmueven  demasiado, pero la bata blanca no  puede representar nunca un símbolo de distancia  ni una  armadura emocional que limite nuestro contacto con el paciente y lo reduzca solamente a la atención de unos síntomas. Sólo actuando desde la humanidad tomará  sentido nuestra profesión.




Bibliografía:

Maza Cabrera M, Zavala Gutiérrez M, Merino Escobar JM. Actitud del profesional de enfermería ante la muerte. [Online]. Ciencia y enfermería XV (1): 39-48, 2008. Consultado el 20/1/2013. Disponible en: http://www.scielo.cl/pdf/cienf/v15n1/art06.pdf


viernes, 18 de enero de 2013

Un mundo para todos






 El paciente  del que voy a hablar hoy suele ingresar con regularidad en el Servicio debido a disneas. En esta ocasión lo hace por rectorragía, anemia y disnea. Hace 6 días se le transfundieron dos concentrados de hematíes.

  Padece una parálisis cerebral infantil por anoxia con retraso motor, deformidad osteoarticular y raquídea grave con atrofia marcada que le impide la marcha autónoma. Ha padecido varios episodios de infección respiratoria en los últimos años. Hemorragia digestiva alta en 2012. Vive con sus padres. Es dependiente para todas las actividades de la vida diaria y se desplaza en silla de ruedas.

  Muchos hogares españoles tienen entre sus miembros a un discapacitado, ya sea físico o psicológico, por ello y aprovechando que esa es la condición física  de mi  paciente, me propongo hacer una reflexión personal sobre el tema, pero destacando la condición especial de este paciente que pese a tener una discapacidad física importante ha realizado estudios universitarios: es diplomado en filosofía. Esto que parece dato anecdótico, no lo es en el caso de un discapacitado, pues ha tenido que derribar muchos muros para llegar a la universidad y no  me refiero solo a  barreras arquitectónicas que las hay  y muchas, teniendo en cuenta que los espacios siguen sin estar adaptados. Las calles, los edificios, las universidades siguen siendo obstáculos insalvables que limitan su actividad y su vida y eso sin contar otras innumerables dificultades que han de salvar:  barreras psicológicas, actitudes familiares y sociales,  baja autoestima . Todo ello supone un sobreesfuerzo diario. Cada día  tiene que ser para estas personas como una prueba de fondo.

  Y todos podemos, en un momento determinado de nuestra vida, vernos inmersos  en esa condición, porque un  día  se  nos cruzó en el camino y  nos encontramos sin quererlo, ni elegirlo, con una enfermedad o accidente  que nos lleva a comenzar la vida desde cero, teniendo que luchar por  aceptar  en primer lugar  la discapacidad y  más tarde enfrentar la nueva realidad  porque ser discapacitado supone tener una condición distinta  pero   no significa que se tenga que tener una forma de vivir distinta :  quieren vivir y sentir y tener las mismas necesidades de amor y respeto  que los demás .

  Sin embargo, no solo pienso en qué sentirá y cómo habrá conseguido seguir adelante en todo este tiempo, sino que, otra de las cosas que se me viene a la mente es la familia, pues esta es el centro de todo. ¿Cómo habrán superado todos los momentos difíciles que cada día les plantea la vida? Los padres de mi paciente son personas mayores y la carga asistencial para ellos es enorme ¿les  habrá sobrepasado en algún momento la gran responsabilidad que recae sobre ellos? ¿Sentirán angustia ante la incertidumbre de lo que será de su hijo cuando ellos fallezcan? Supongo que sí.  En las familias donde hay algún ser querido con discapacidad las necesidades específicas de cuidado chocan con otras actividades y es lógico que halla cambios: cambios en las relaciones familiares, en el tiempo libre, en la economía, en el estado de ánimo e incluso en la salud. Todos estos cambios no siempre son vividos como perdidas, hay familias que a pesar del sufrimiento sienten que han aprendido mucho como seres humanos caminando al lado de un  hijo  con discapacidad.

  ¿Habrán recurrido a alguna ayuda social? Es cierto que muchas familias no desean dejar la carga de trabajo a otra persona, no quieren abandonar a su pariente, por mucho daño que les haga el estar continuamente a su lado, tanto física como mentalmente y  otros simplemente desconocen que existen estas ayudas.

   Existen varios programas en los que el objetivo es conseguir un “alivio” del cuidador, de forma periódica o temporal, de su responsabilidad y de las demandas de cuidado, generadas por la asistencia a la persona dependiente.

  Pero no podemos quedarnos en una visión estereotipada de la discapacidad: paralíticos, ciegos. Sordos etc. pues tiene múltiples variantes  es el caso por ejemplo del envejecimiento las personas mayores  tienen un riesgo grande de discapacidad y es necesario crear una red de asistencia donde prime la dignidad y el respeto.

  No se puede negar que una discapacidad condiciona el modo de vivir. Sin embargo hay que luchar para que  esa condición no determine toda la vida.  Hay que pensar en ella como una circunstancia de la vida .Quiero acabar con una frase de Wayne Dyer que nos invita a ver la vida con otros ojos: “ Cambia tu forma de ver las cosas y las cosas cambiarán".

Bibliografía empleada:

Revista digital del colegio oficial de diplomados en trabajo social y AA.SS. Informe mundial de discapacidad. [Online]. Las Palmas.2012. Consultado el 18/1/2013. Disponible en: http://trasosdigital.wordpress.com/2012/08/03/informe-mundial-de-discapacidad-resumen/


Carretero Gómez S, Garcés Ferrer J, Ródenas Rigla F. La sobrecarga de las cuidadoras de personas dependientes: análisis y propuestas de intervención psicosocial. [Online]. Consultado el 18/1/2013. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Busquemos alternativas



  El lunes 14,  acude al servicio de Urgencias un varón joven por sincope con posible intoxicación etílica, presenta cefalea intensa y  alteración psicomotriz. A su llegada el paciente se muestra muy agitado, no colaborador  y amenaza verbalmente al personal sanitario, por lo que, bajo orden médica, se le colocaron sujeciones.

  A un paciente consciente que consulta por intoxicación alcohólica moderada hay que darle el apoyo necesario para que pueda metabolizar el tóxico y eliminarlo por sí mismo (siempre que sea posible), evitando en ese periodo de tiempo cualquier otro tipo de complicación: traumatismos craneoencefálicos, aspiraciones, hemorragias digestivas, convulsiones, depresión respiratoria, coma, etc. 

  A la mañana  siguiente, cuando conocí al paciente, se encontraba consciente y orientado, mantenía una conversación con normalidad  y no mostraba signos de alteración  ni agresividad.

  El resultado de la analítica extraída a  este paciente dio unos niveles de etanol en sangre de287 mg/dl  y se le realizó un TAC sin hallazgos importantes. A lo largo del turno se le dio el alta.

 ¿Cómo se sentirá el paciente? ¿Qué pensará sobre la forma en la que ha actuado? ¿Verá ahora el peligro que tiene el consumo de alcohol sin control? ¿Y sus familiares?

  Las agresiones, ya sean verbales, o físicas, son un tema que nos preocupan a todos los que son o vamos a ser profesionales de la salud. ¿Cómo habrán actuado, qué habrán sentido las compañeras que vivieron el incidente? Cada día ocurren más situaciones como estas y  los médicos,  las enfermeras, auxiliares y celadores son los que se encuentran en una situación muy vulnerable.

  Creo que es realmente difícil enfrentarse a una situación así. He vivido en anteriores rotatorios alguna experiencia similar y no es nada grato. No solo te pones nerviosa sino que tampoco sabes cómo actuar, el ambiente, tú mismo, está tenso y sabes que debes de mantener la calma e intentar que el paciente se tranquilice y a la vez evitar que aumente su agresividad y que la pueda utilizar contra ti, pero como siempre, de la teoría a la práctica hay un gran paso y  la falta de experiencia siempre juega malas pasadas.

  Cuando te encuentras de cara con un caso similar, siempre intentas justificar al paciente por sus acciones, te dices a ti mismo que es porque  se encuentra en mal estado, porque tiene muchos problemas personales, familiares, porque tiene miedo, etc.  Pero no podemos olvidar que no debemos permitir que ocurra, nuestros pacientes deben de respetarnos al igual que nosotros lo hacemos con ellos.

  La actuación correcta seria mantener una postura firme, si estamos nerviosos, al menos que no se nos note y siempre mantener una distancia de seguridad con el paciente. No debemos nunca discutir con el paciente pues esto conducirá a más agresividad por su parte y tampoco hacer gestos o movimientos bruscos por los que se pueda sentir ofendido. 

  El Servicio de Urgencias es un ámbito que no permite por su misma naturaleza dialogar mucho con los pacientes y sus familiares, no es como cuando uno realiza las Prácticas en planta donde la relación con el paciente es más estrecha, más cotidiana ya que tratas y  conoces no sólo su enfermedad sino también sus valores, sus dudas, sus temores, su forma de entender y enfrentar  la vida,-muerte; por ello estableces vínculos diferentes. Las enfermedades son lo que son pero cada paciente las hace únicas y diferentes por su manera de vivirlas y enfrentarlas.

 Este caso lo he escogido precisamente por ser un problema que está afectando de forma alarmante a un sector cada vez más joven de la población -los adolescentes-  y  si no se le pone freno puede llevar a problemas muy serios de salud.

  La cultura del alcohol está muy enraizada en nuestra sociedad. Socialmente beber no está mal visto. Para los jóvenes y no tan jóvenes no hay  fiesta o celebración importante sin  bebida y  qué mejor ejemplo tenemos que las reuniones familiares: bodas, bautizos, comuniones donde los padres fuman y beben delante de sus hijos, con esa actitud  nos están trasmitiendo una forma de divertirse, evadirse y de relacionarse. Sin embargo la forma  de relacionarse hoy los jóvenes con el alcohol es muy diferente a la de nuestros padres que suelen beber de forma más regular y en torno a acontecimientos sociales ; hoy se bebe grandes cantidades de alcohol en un corto tiempo, es” la cultura del botellón”, una nueva forma de divertirse , una nueva forma de relacionarse en un espacio propio con la música que gusta y los amigos .Todos sabemos lo importante que son a esas edades ¡ y en todas! tener un grupo de amigos y relacionarse y para ello hay que jugar todos al mismo juego  porque sino quedas “ aislado”,” excluido”,pero esta actividad se está implantando en gente cada vez más joven lo que conlleva  graves   problemas sociales y sobre todo de salud. Hay evidencias de que una exposición de alcohol excesiva en la adolescencia eleva el riesgo de padecer depresión,  ansiedad, problemas hepáticos… en la vida adulta. Por lo tanto es vital actuar en la población joven para prevenir su consumo, promover la abstinencia o aumentar la edad en el inicio del consumo.

  Creo que es  necesario que todos nos  cuestionemos el actual modelo de diversión relacionado con el consumo de alcohol y la tolerancia que los padres y la sociedad en general tienen de este problema; por ello pienso que habría que modificar la imagen social del consumo y desde  la Atención Primaria  diseñar, como en su día se hizo con el tabaco, estrategias  y programas preventivos para ver  como se podría llegar a  los jóvenes. En esta labor debe implicarse también la familia, así como el sector educativo, incluyendo este y otros asuntos en el curriculum escolar como parte de una educación sanitaria que es imprescindible que el adolescente reciba. 

Bibliografía consultada:

 Gómez Quiros, P. Asociación nacional para la seguridad integral en los centros hospitalarios. Manual de prevención ante las agresiones al personal hospitalario. [Online].Madrid. Consultado el día 15/1/2013. Disponible en: www.semg.es/doc/home/manual_prevencion_agresiones.pdf

Gónzalez Guzman R., Alcalá Ramirez J. Consumo de alcohol y salud pública.[online]. Departamento de salud pública. Universidad de medicina, UNAM. México. Consultado el 15/1/13. Disponible en: http://www.ejournal.unam.mx/rfm/no49-6/RFM049000605.pdf

lunes, 14 de enero de 2013

Cuidados de enfermeria. VIH.



  Hoy hemos tenido una mañana agitada, con muchos ingresos, la mayoría con patología cardiaca, sin embargo  el caso que voy a comentar es el de un paciente de 49 años de edad que acudió a Urgencias por dolor abdominal sordo en hipogastrio izquierdo y fiebre de 38,5º. En la exploración física se le aprecia una ligera ictericia de piel y esclerotizas. Se trata de un paciente fumador de cannabis  que fue usuario de heroína por vía parenteral hasta que inicia tratamiento con metadona, presenta también infección por VIH  e infección por virus de la hepatitis C ( VHC ), hepatopatía y cirrosis . 

   A su llegada se  le realizó un ECG Y se  pidió una analítica completa , una gasometría arterial y  una RX de tórax.

  No he podido hacer un seguimiento completo  de este paciente porque  llegó ya avanzada la mañana y cuando acabó mi turno aún no habían llegado los resultados de las pruebas, pero me parece muy interesante para realizar una labor de información y reflexión sobre los cuidados de enfermería en pacientes con VIH  y enfermedades oportunistas asociadas.

  La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es frecuente en usuarios de drogas intravenosas; estos pacientes precisan tratamiento simultáneo de la adicción, del VIH/sida y de enfermedades oportunistas que son producto de dos factores: la falta de defensas inmunitarias a causa del virus, y la presencia de microbios y otros patógenos en su entorno cotidiano.

  En la actualidad, la evolución del VIH-Sida parece encaminarse hacia la cronicidad. La expectativa de vida de los enfermos se ha incrementado gracias a los nuevos tratamientos antirretrovirales y necesitan por ello permanentemente cuidados y de educación sanitaria .Es  muy importante la actitud que manifestamos hacia estos pacientes, como responsables que somos  del cuidado, tratamiento, vigilancia y aplicación  de los cuidados necesarios que implican la utilización continua de técnicas invasivas que suponen contacto directo con la sangre y otros fluidos corporales, vehículos de transmisión de la enfermedad.  Son numerosos los estudios que han mostrado que un número importante de enfermeras, médicos y otros profesionales de la salud presentan actitudes  negativas hacia las personas con SIDA creando barreras que afectan a la calidad de los cuidados. El miedo al contagio es  la principal fuente de reacciones negativas .No obstante, el riesgo de contraer el SIDA por parte de los profesionales sanitarios, es en realidad muy  bajo pero  se ha magnificado, no sólo por la alta mortalidad que en sus inicios provocó la enfermedad, sino también por la percepción social que genera prejuicios sociales y miedos. Es por ello necesario una formación adecuada que debe comenzar durante la carrera de enfermería y que debe capacitarnos en todos los aspectos relacionados con la infección y las formas de protección de la exposición sin olvidar las cuestiones éticas y morales .

  La atención integral del VIH/SIDA abarca muchos aspectos trascendentales para el desarrollo adecuado de un cuidado eficaz; no solo se refiere a aspectos biológicos como transmisión, replicación viral, terapia antirretroviral, recuento de CD4 y carga viral, sino otros aspectos de igual relevancia como la nutrición, la sexualidad, el autocuidado, la adaptación y estilos de vida saludables. Hay que asegurar el conocimiento real de la enfermedad, lo que supone para la convivencia diaria, desterrando falsos mitos y erróneas informaciones. Hay que hacer hincapié en que el VIH se transmite, pero no se contagia  por lo que la convivencia no debe verse afectada: se puede comer, beber del mismo vaso e incluso besar a un paciente con VIH sin riesgo alguno para la salud , pero el VIH se “transmite” mediante el contacto de fluidos corporales como la sangre, el semen o los fluidos vaginales. En la convivencia diaria estos no están en contacto a no ser que se mantengan relaciones sexuales sin protección o se compartan maquinillas .Hay también  que tratar el desequilibrio emocional debido al desgaste provocado por los resultados del tratamiento. La intervención educativa es aquí fundamental: la persona con VIH y su entorno, deben conocer que tiene una enfermedad que ya no es considerada como mortal, sino que hoy es una enfermedad crónica y que el tratamiento es complejo y no exento de complicaciones y efectos secundarios; por lo que el paciente tiene un seguimiento continuo que debe cumplir con rigurosidad.  Constituye un excelente recurso poner en contacto al paciente y su entorno sociofamiliar con un grupo de autoayuda. Todo esto exige por parte del personal de enfermería un alto nivel de información sobre la enfermedad, tratamiento, y seguimiento a través de la educación continuada para responder a las demandas de estos pacientes.

 El cuidado de los pacientes con VIH no es fácil, precisan de unos cuidados básicos y generales como los que se aplican a cualquier enfermo y otros específicos que dependen de los problemas que más comúnmente afectan a estos enfermos. Nuestro objetivo como sanitarios debe ser siempre  el respeto incondicional al ser humano. El VIH es uno, pero los pacientes con VIH son muchos y diferentes.


jueves, 10 de enero de 2013

La mente: ese gran misterio




    Jueves 10. El turno empezó muy tranquilo pero según fue avanzando la mañana las cosas se fueron complicando, hubo una emergencia y varios ingresos problemáticos en el nivel I.


  Uno de ellos fue el de una paciente de 40 años que acudió a urgencias por intoxicación medicamentosa con intención autolítica. Se encuentra actualmente en tratamiento en el CSM por sufrir un trastorno de personalidad. Su tratamiento habitual es: loracepam, zynexa. A su llegada la paciente muestra un rostro demacrado, con ligero sangrado por las fosas nasales y esputo sanguinolento, además de una importante alteración de su estado emocional. Procedemos a colocarle una sonda nasogástrica con objeto de realizar  lavados gástricos y administrarle tras ello carbón activado, con el fin de eliminar la mayor parte posible de la medicación ingerida.

 En la entrevista que le hicimos a la paciente refiere que no quiere seguir viviendo, “quiero morirme” nos dice a una de las enfermeras y a mí; “no tengo a nadie, nadie me quiere y mi hijo no quiere vivir conmigo”. Manifiesta haberse sentido muy deprimida y haber consumido gran cantidad de medicamentos así como haber bebido bastante alcohol.

   El  intento de suicidio es una conducta destructiva. Las causas psiquiátricas más corrientes de intento suicida son la depresión, el trastorno de personalidad, la esquizofrenia y el abuso de sustancias. En el acto suicida siempre hay una lucha interna entre el deseo de morir y el de seguir viviendo. Generalmente, el suicida tiende a pedir auxilio de una u otra forma.  Los intentos fallidos pueden significar una petición de ayuda que, si es ignorada, puede ser precursora de posteriores intentos. Sin embargo, estas peticiones de ayuda hay que diferenciarlas de otras formas más manipuladoras de intento o amenaza de suicidio que buscan llamar la atención, cuyo propósito es controlar las emociones y el comportamiento de otras personas, normalmente familiares .

  Centrándonos en la actividad enfermera, la intervención de los profesionales sanitarios en la conducta autolesiva debe ir dirigida, en primer lugar a garantizar la seguridad del paciente, retirando todos aquellos objetos del entorno que puedan servir para autolesionarse, a continuación se deberá  evaluar la conducta suicida y los factores que la determinan así como la estrategia terapéutica a seguir. Debemos estar atentos por cualquier posible cambio de actitud por parte del paciente (cambios súbitos de humor, conversaciones sobre la muerte, estar menos comunicativo)  Debemos hacer ver al paciente que nos preocupamos por él y  trataremos en todo momento  de aumentar su autoestima como ser humano y no adoptar actitudes críticas o moralizadoras.

  El personal sanitario que atiende a pacientes con intento de suicidio debe tener formación específica para valorar el riesgo autolítico y estar atentos a cualquier signo de alarma suicida garantizando sobre todo su seguridad en espera de que reciba tratamiento especializado.

  Quizás la vida se vea muy complicada en algunos momentos pero no por ello se debe interrumpir o tomar una medida drástica: hay que abrirse a los demás y  buscar la ayuda de un especialista.

miércoles, 9 de enero de 2013

Educación para la salud


  Hoy miércoles día 9,  continúo mis prácticas en el Nivel I de Urgencias, ha sido un día bastante movido ya que acudieron un gran número de pacientes en estado grave y hemos tenido que priorizar la atención a aquellos que se encontraban en peores condiciones.

  De entre  todos los pacientes que he visto me gustaría destacar un caso en particular: se trata de una paciente de 66 años que acude a urgencias por dolor torácico de inicio tras un sobreesfuerzo más una crisis hipertensiva con elevación de la troponina. Entre sus antecedentes personales nos encontramos: obesidad, HTA, infarto de miocardio en 1999, depresión (2008) y varios ingresos por episodios anteriores de dolor torácico.

  La paciente se va estabilizando a medida que avanza la mañana, con cifras de tensión en rango, aunque con cefaleas severas a lo largo del turno. También estuvo con nauseas y vómitos por el tratamiento con nitroglicerina. Se le administró primperan intravenoso pero siguió con los síntomas.

  A la hora de las visita no recibe a nadie. Hablando con ella me dice que su hija está muy preocupada y que quiere venir a verla pero que está embarazada de ocho meses y ella cree que no sería recomendable hacerlo por su estado. Esta circunstancia parece tenerla también alterada.

  Antes de finalizar el turno paso a verla y me dice que al final la prueba programa para hoy, un cateterismo, se había pospuesto para el día siguiente.

  Un aspecto muy importante a tratar en este tipo de pacientes es la prevención. El control de los factores de riesgo cardiovasculares es siempre importante y muy especialmente en aquellas personas que ya han sufrido algún problema  con anterioridad.

  La enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de invalidez permanente prematura y la más frecuente de todas las causas de muerte; la incidencia es dos a tres veces más frecuente en mujeres postmenopáusicas.

  Dentro de los factores de riesgo cardiovasculares tenemos por un lado aquellos que no podemos modificar, como lo son la edad, el sexo y la historia familiar. Sin embargo existe un segundo grupo de factores que sí son modificables, por lo que podemos actuar sobre ellos para evitar que influyan negativamente sobre la salud.

  La obesidad y la hipertensión son dos de los factores de riesgo más importantes, y  se debería de promover la educación para la salud y hacer entender a la paciente lo importante que es tener un buen control sobre estos.

  Respecto a la tensión arterial las cifras deberían situarse por debajo de 140/90 mm Hg. Para ello es importante el control del peso, el ejercicio físico moderado, y la restricción de sal y alcohol de la dieta.

  Por otro lado, si se padece obesidad, es importante disminuir el peso corporal, realizando una dieta cardiosaludable, es decir, comiendo 5 veces al día en cantidades pequeñas y reducir el consumo de dulces y grasas al mínimo y aumentar el consumo de fruta y verduras. Así mismo, es importante también que se realice ejercicio físico, siempre según la tolerancia del paciente, el ejercicio puede ser de tipo aeróbico como caminar, aerobic, etc. se debe evitar también el alcohol y el tabaco e intentar controlar y reducir los niveles de estrés. El ritmo de vida actual  ha ido cambiando nuestras vidas y tenemos que hacer frente a más y mayores demandas, que en muchos casos termina provocándonos una sobrecarga a nivel tanto físico como psicológico. Las mujeres especialmente tienen mayores dificultades para hacer compatibles el trabajo profesional con las tareas del hogar, la dedicación a la familia, los compromisos sociales etc.

 No debemos de olvidar tampoco de lo importante que es tomarse la medicación pautada por el médico, pues muchos pacientes por darle poca importancia y tener una mala adhesión al tratamiento o incluso por olvido no se toman los medicamentos ni la cantidad necesaria para prevenir un problema de salud grave a largo plazo.

  En resumen podemos decir que realizando una correcta prevención y promoción de la salud se pueden evitar el padecimiento de muchas enfermedades graves y complicadas. Y para ello es condición indispensable llevar un estilo de vida saludable.

martes, 8 de enero de 2013

Primera toma de contacto




 Hoy, 8 de enero, he comenzado mis prácticas en el Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Severo Ochoa.

  Al ser un servicio diferente de los hasta ahora realizados,  me encontraba algo nerviosa a la vez que expectante por  ver cómo transcurría la jornada, por conocer de primera mano la gran carga asistencial que caracteriza  esta especialidad,  por ver cómo se organiza el trabajo, pues no es lo mismo visto desde fuera que desde dentro. Sin embargo, he de decir que me he sentido muy cómoda y el recibimiento por parte de las enfermeras me ha complacido mucho.

  El servicio está formado por el box 0, donde se realiza el triaje, luego están las salas de trauma, cirugía y otorrino. A continuación, nivel II, al que se asignan  los pacientes con patologías leves, y  al nivel  I,  los pacientes con  un estado de salud más grave (infartos de miocardio, síncopes, crisis epilépticas etc.). Hoy me ha correspondido  estar en este último nivel.

  Una de las cosas que más ha llamado mi atención ha sido la falta de intimidad que tienen los pacientes que acuden a este servicio, siempre se intenta guardar ese derecho a cuidar lo intimo, sin embargo, ¿ por qué a veces no lo hacemos correctamente? Tal vez por falta de tiempo o quizá por darle poca importancia o por las prisas .Lo cierto es que cuando el trabajo se te acumula te olvidas de esos pequeños detalles que a ti no te afectan, pero que para el paciente son fundamentales. La intimidad del paciente hospitalizado, es en muchas ocasiones relativizada a favor de otras necesidades consideradas más básicas y que giran alrededor de la enfermedad. A lo largo de toda la carrera se nos ha hecho especial hincapié en la importancia de proteger la intimidad del paciente porque es algo único y especial para cada individuo y cada uno lo vive de una forma distinta, influenciado por la educación que haya recibido, el sexo, la edad y muchos otros aspectos que intervienen en como el paciente experimenta esa invasión de su espacio personal. Pero continuamente se dan situaciones y factores que la vulneran.

  En resumen, podemos hacer un trabajo ejemplar,  cuidando cada detalle, cuidando de los pacientes a nuestro cargo sin olvidarnos nunca de la necesidad de respetar los derechos, la privacidad y la dignidad de los pacientes.

  También ha llamado mi atención la escasa comunicación entre el profesional y el paciente. Bien es cierto que urgencias es un servicio que por la enorme carga asistencial que tiene es complicado poder atender al paciente en todos los ámbitos, pero sin duda, debemos preguntarnos  si eso es lo correcto ya que uno de los aspectos más hermosos que tiene esta profesión es la capacidad de empatizar con los pacientes y ofrecerles no solo una atención meramente técnica para paliar o solventar los problemas que estén surgiendo en su organismo, sino ofrecerles nuestra ayuda y comprensión, aunque sea sólo preguntándole ¿ cómo está?,¿ cómo se siente?, si se encuentra bien y calmarle si tuviera algún miedo o temor acerca de su estado de salud. No digo que sea fácil,   pero hay que intentarlo, hay que buscar un rato libre, o si el día está más tranquilo de lo habitual podemos intentar realizar esta acción que no nos cuesta nada y beneficia tanto al paciente como a la enfermera que lo lleva.

  Y esto no solo engloba al paciente sino a todo su círculo familiar pues la familia lleva muchas horas de espera e ignora la situación de su ser querido, por lo tanto necesita también no sólo información sin sentir la  cercanía  del personal sanitario, saber que estamos ahí en cualquier momento, a su disposición para cualquier problema o  duda que tenga.

  Muchas veces conseguimos que nuestro trabajo se convierta en un círculo cerrado, nos olvidamos de cómo desenvolvernos en el difícil campo de los sentimientos,  de las emociones y de los afectos; en definitiva en las relaciones con nuestros pacientes.